Aspectos preliminares
Dentro del campo de estudio del mundo colonial, continúa presente el interés de numerosos académicos por examinar las transformaciones que experimentaron las diversas poblaciones nativas del territorio americano, a lo largo de los tres siglos que abarca esta etapa de la historia (s. XVI-XVIII). Un breve recorrido sobre los avances que ha logrado realizar la historiografía sobre este periodo histórico, basta para dimensionar no sólo la magnitud de lo que significó la presencia europea para los diversos pueblos y grandes civilizaciones indígenas, sino también la necesidad de conservar y defender aquellos elementos culturales que aún permanecen.
El fragmento que aquí presentamos, responde a una obra publicada en 1988, por Jean-Marie Gustave Le Clézio un escritor francés, denominada Le rêve mexicain ou la pensée interrompue; traducida al español en 1992. La riqueza de este ejemplar recae principalmente en la posibilidad de repensar en las consecuencias de aquel evento, acentuando la mirada un poco más allá, con la pregunta de qué hubiese sucedido, si a fines del siglo XV no se producía uno de los hitos que cambiaría el rumbo de todos los habitantes del espacio americano. Con qué otras expresiones de su magnificencia nos hubieran vislumbrado las grandes culturas americanas, si no hubiese existido aquel encuentro que alteró y dejó estático su desarrollo y evolución.
Fragmento de “El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido ” de J. M. G. le Clézio
Traducción Diego Ledesma 1 (2021)
La gran pregunta que nos plantean las culturas indígenas de México – y en general, todo el continente amerindio – es: ¿cómo habrían evolucionado estas civilizaciones, estas religiones? ¿Qué filosofía podría haber aflorado en el Nuevo Mundo sin la destrucción de la Conquista? Al destruir estas culturas, al abolir por completo la identidad de estos pueblos, ¿de qué riqueza nos han privado los conquistadores europeos? Porque de eso se trata: de una privación, un exilio del que debemos hablar.
Los vencedores españoles, portugueses, luego franceses y anglosajones que subyugaron la inmensidad del continente amerindio no sólo son responsables de la destrucción de las creencias, el arte y las virtudes morales de los pueblos que han capturado. Por una especie de contragolpe que ellos mismos no podían imaginar, originaron un cambio profundo en nuestra propia cultura, fueron los primeros aventureros de esta civilización materialista y oportunista que se extendió por todo el mundo, y que poco a poco sustituyó a todas las demás filosofías.
Hemos hablado extensamente sobre la desigualdad de las culturas, cuando de repente se enfrentaron en los campos del Nuevo Mundo los pueblos del Neolítico y los soldados con armaduras y cañones del Renacimiento.
Si bien es cierto que el choque de culturas fue sobre todo un choque de técnicas, es necesario recordar todos los ámbitos en los que las civilizaciones
amerindias, y en particular las de México, se adelantaron a Europa: medicina, astronomía, irrigación, drenaje y urbanismo. Pero, sobre todo, debemos recordar este capítulo, entonces ignorado por Europa, y que ha adquirido un valor vital para nosotros hoy: esta armonía entre el hombre y el mundo, este equilibrio entre cuerpo y mente, esta unión de lo individual y lo colectivo que fueron la base de la mayoría de las sociedades amerindias, desde la sociedad altamente jerárquica de Anáhuac o Michoacán, hasta las sociedades seminómadas del árido norte y noroeste de América: Séris, Yaquis, Tarahumaras, Pimas, Apaches.

Precisamente, la desigualdad de las fuerzas armadas ha logrado ocultar todos los demás valores. Debido a que los pueblos indios concebían la idea de la comunidad de la tierra y la imposibilidad de dividir el cuerpo de la diosa madre, renunciaron a sus derechos de habitar en su propio continente y se vieron excluidos del progreso. Los macehuales, los purépechas, estos hombres comunes, servidores de los dioses, se convirtieron, por el cambio de sentido de la colonia, y por el abuso de los encomenderos, en la masa de trabajadores forzados, despojados de la tierra. Porque en cierto modo, más allá de la Conquista, los indígenas continuaron respetando el equilibrio de fuerzas naturales, no pudieron ingresar al sistema de explotación de bienes, y fueron condenados al exilio en las regiones más pobres e inaccesibles del continente: montañas abruptas, desiertos o bosques asfixiantes. (…)
En estos refugios de la indianidad, la naturaleza misma impuso sus límites, y lo que era valor espiritual y reflexión se hizo inevitable (… )
Asimismo, los valores tradicionales de las culturas indígenas, luego de la Conquista, se transformaron muchas veces en un peso insuperable. La unidad entre lo mítico y lo real, esa especie de armonía entre el sueño y el cuerpo que había sido la gran fortaleza de los antiguos mexicas, purépechas, mayas, toltecas, se rompió entonces. Los valores de la tradición sirvieron de refugio, de escudo. Por un lado, estaban los vencedores, que representaban todos los valores de la civilización, la ley, la moral, la verdad religiosa. Por otro, “la barbarie”, ignorancia, vicio, superstición. El aislamiento de los indios, su marginación no fue accidental. En realidad, fue la última etapa de la colonización, según un plan que podría decirse que fue la única fuerza coherente del imperio colonial en América. Separados del poder temporal, (…, privados de voz en el ejercicio de la justicia y sometidos a un clero de otra raza, los indios se convirtieron en extranjeros en su propia tierra. Los últimos representantes del reinado azteca lo expresan por última vez antes de morir: “porque pensamos que estos españoles actúan así para que todos desaparezcamos y nos marchitemos, y que ya no quede ningún recuerdo de nosotros en la tierra”. CRDP – Languedoc – Roussillon. Francia (N° 35 / 1997)
Referencias bibliográficas
Cansigno, Y. (2007) Ideología y movimientos populares en la obra de J. M . G. Clézio. En: Ortega, M., García, B., y Lazarín, F. (Coordinadores) Estudios Históricos en torno a las movilizaciones populares (131-150). México, Palabra de Clío.
Villaseñor Hernández, L. A. (2012) Reseña de “El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido” de Jean-Marie Gustave Le Clézio. Tzintzun Revista de Estudios Históricos, n° 55, 287-293.
Descargar articulo completo EdNº5 Art 4 p 16-18
(1) Subsecretaría de Interculturalidad y Plurilingüismo.