
Por Prof. Sonia Soto
Dirección General de Niveles y Modalidades
Hace ya un año que la pandemia del COVID -19 nos atrapó en una encrucijada civilizatoria que puso en tensión todas nuestras estructuras y certezas. Avasalló nuestra cotidianeidad y nos impuso nuevas reglas en todos los órdenes de nuestra vida: social, cultural, familiar, laboral, económico. Inclusive, en muchos casos y para muchos de nosotros, con un carácter devastador.
Sin embargo, desde una resiliencia social admirable y en la convicción de que existen imperativos esenciales que deben sostenerse aún en las peores adversidades, salimos a re-construirnos y sostenernos como sociedad.
Uno de esos imperativos lo constituye el Derecho Social a la Educación.
“No obstante, la tarea fundamental e
imprescindible, se desarrollará en el
territorio concreto de cada escuela (…)”
Luego de un año –2020– en que se presentaron en toda su expresión las debilidades, desigualdades e injusticias educativas de nuestro sistema, evidenciando la vulneración significativa del derecho de miles de estudiantes. Por consiguiente, hoy tenemos una responsabilidad ineludible: repensar la escuela.
Desde los ministerios de educación nacional y provinciales se produjeron marcos de referencia, normativas y orientaciones para avanzar en la tarea de (re)configurar la escuela atendiendo a este contexto tan atípico como prolongado.
No obstante, la tarea fundamental e imprescindible, se desarrollará en el territorio concreto de cada escuela donde los saberes pedagógicos y la valiosa experiencia del camino recorrido; la vocación de cuidado y la convicción inclaudicables acerca de la relevancia del derecho social a la educación en la vida y desarrollo de los pueblos, serán el punto de partida y horizonte ineludibles para repensar la escuela.
La recuperación de la presencialidad en las aulas, asimismo hará evidentes las marcas que la ausencia dejó, los
dolores, pero también la alegría por el reencuentro de una humanidad palpitante y ansiosa de comunicación personal directa.
Tendremos, seguramente, que manejar esas ansiedades en un marco de cuidados construyendo, con todos y todas, nuevas pautas de convivencia.

El 2021 será el año de la tarea colectiva, participativa y democrática que nos permita construir una escuela inclusiva; una escuela centrada en los procesos diversos, heterogéneos y múltiples que definen la identidad de cada estudiante. Una escuela que deberá pensarse y reconfigurarse desde nuevos formatos escolares, desde nuevos modos de estar y recorrer la escolaridad. Como así también, nuevas formas de enseñar y de aprender.
Una escuela que deberá repensar también el trabajo docente, orientándolo hacia la construcción colectiva y colaborativa de los equipos que deberán organizarse ya no por departamentos o áreas, sino por grado/año/ proyectos con propuestas de enseñanza combinadas que planifiquen las actividades presenciales y promuevan la autonomía en las no presenciales, poniendo en el centro de las preocupaciones y ocupaciones didácticas los procesos de aprendizajes de los estudiantes.
En tal sentido, desde la Plataforma Educativa Chaqueña ‘ELE’ se propondrán proyectos de enseñanza basados en ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) que integrarán saberes priorizados correspondientes a la unidad pedagógica 2020-2021, para acompañar la tarea de los equipos docentes.
La construcción colectiva y colaborativa del mapa de la (re)configuración institucional y de la enseñanza será, seguramente, una tarea compleja y ardua; una ingeniería en la que se pondrán en juego nuestros saberes, nuestra experiencia en el territorio concreto de la escuela, nuestras subjetividades, nuestras convicciones y, fundamentalmente, nuestra vocación irrenunciable de defensa y cuidado del Derecho Social a la Educación. De una defensa y cuidado de las trayectorias educativas de nuestros niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos.
Nuestro gran desafío, será construir una comunidad de aprendizajes entre todo el colectivo docente en la convicción de que la nueva escuela debe sostener que …“un aprendizaje es sólo formativo si combina, al mismo tiempo, la adquisición de conocimiento y el proyecto de emancipación en un colectivo de solidaridad”… (Meirieu, P. (2020). Pedagogía: el deber de resistir).
(1) Programa “Puentes de verano” en Margarita Belén, 2021.
Descargar artículo completo Revista Ed. 1 – N° 2 Art. 6 p. 27-29