¿De qué hablamos cuando hablamos de Pluriversos?
Por Guadalupe Mendoza
Desde tiempos de Maricastaña, las culturas hegemónicas han buscado captar las realidades a fin de construir imágenes simplificadas del mundo, según las lógicas dominantes. Estas debieran permitir la observación, identificación, clasificación y categorización de un caleidoscopio donde juegan seres, objetos y espacios diversos y
complementarios. Así las relaciones o conexiones complejas y profundas se uniformizan conforme a aparatos lexicográficos vinculados a categorías binarias, inclusive maniqueas, tales entre otras, las díadas “civilización / barbarie”, “desierto / edén”, “animado / inanimado”, “figurativo / abstracto”. Estas categorizaciones responden
a la “razón metonímica” occidental.
“Aquellos a quienes se llama bárbaros son seres de una civilización diferente
M. de Montaigne (siglo XVI)
de la nuestra (…) Encuentro (…) que no hay nada salvaje y bárbaro en esas
naciones … sino que uno llama barbarie aquello que no entra en sus costumbres”
El mundo será presentado no ya como una construcción humana sino como un ordenamiento natural,
transparente sin opacidades, ni subjetividades en tensión: un universo normalizador y excluyente donde las pirámides culturales, lingüísticas, científicas u otras son derivadas de un orden superior inmanente inasequible para la común humanidad. Una de las primeras ulterioridades de la construcción de ese universo es la jerarquización
de bienes culturales, materiales y simbólicos también según su origen geográfico y el sistema mundo será unidimensional y unipolar.
Días atrás leíamos:
“A 15 kilómetros de Gancedo, provincia del Chaco, se esconde otra de esas joyas que tiene poca prensa. Se trata del Campo del Cielo, un área de 1.350 km2 donde hace 4.000 años cayó una lluvia de meteoritos. (…).
Para los pueblos originarios existen reinterpretaciones poéticas de estos sucesos. Así para el pueblo qom se tratan de gotas de sudor del sol. Para los wichi, en cambio, se trata de trozos de la luna que desgajaron a zarpazos los jaguares.
La historia verdadera se le debe a un científico norteamericano llamado William Cassidy, quien luego de una investigación guiada por la NASA realizada en los años ’60, descubrió el meteorito El Chaco (…).”
Las hipótesis indígenas devienen “reinterpretaciones poéticas” de otros Pueblos que no son los que ocupan esos territorios ancestrales: los Moqoit. Sin embargo, para el autor del artículo, la “historia verdadera” fue la construida por un supuesto científico estadounidense. En este sentido, invitamos a explorar la historia chaqueña a efectos de acercarnos a la(s) verdad(es), siempre “metafóricas” y caleidoscópicas y así constatar las inexactitudes en la
descripción del espacio presentado por el diario nacional.
¿Es éste el único caso de “razón metonímica” en nuestra(s) historia(s)?
Innumerables ejemplos de seres vivientes y localizaciones geoespaciales sostienen el concepto de pluriverso ligado a las cosmovisiones de los mundos coexistentes y complementarios así como a la lógica “polifonía enunciativa” .
Ya en el siglo XVII, Martín Dobrizhoffer nos advertía sobre ese concepto tan relativo como es el de “verdad”: están los que “oyen” y los que “ven”.
Y no todos vemos “lo mismo” pues “el ojo es un producto histórico” y la verdad está marcada por las subjetividades y el poder en disputa.
“Escribir verdades, y en cuanto sea posible, verdades ciertas fue mi preocupación de corazón” .
Ahora bien, a lo largo de la historia las inconductas humanas y sociales han quebrado esa pretendida continuidad unilineal, marcada por la ilusión de un progreso ascensional indefinido. Ese progreso refutado por la(s) Historia(s) de la humanidad será reemplazado por otro término impuesto, el de “desarrollo”, unívoco y heterónomo, que tampoco contempla la “pluralidad irreductible de la humanidad”. Esto ha conducido al fracaso numerosos de proyectos socio – culturales y productivos destinados a “mejorar la calidad de vida de…”
comunidades heterogéneas. Plenos de buenas intenciones, estos proyectos de desarrollo obliteran la participación de los destinatarios. Ante este escenario, surge con fuerza la filosofía del Buen Vivir o Vivir bien, adoptada por distintas culturas, con matices y singularidades, ciertamente. Lo señala claramente David Choquehuanca:
“Es obligación de comunicarnos, obligación de dialogar, es un principio del vivir bienª.v
Si un cierto “universo”, con carácter de “evidencia compartida”, nos ha sido impuesto no ha sido más que un constructo humano, que ha obstaculizado la coexistencia respetuosa y la “ecología de conocimientos, artes, saberes y prácticas”, de acuerdo con la complementariedad, fundada en el paradigma de la complejidad, no
solo humana sino epistemológica. No formamos parte de un universo sino de un pluriverso complejo y diverso. Si retomamos la metáfora del caleidoscopio e intentamos acotar ese “uno y todo lo que lo rodea”, veremos que no existe, es una ilusión, ya que colores, figuras, dimensiones toman contornos o perfiles singulares según el
movimiento del objeto, conforme a la voluntad de un sujeto o el de su comunidad.
“Pocas palabras tan falaces como el verbo conocer, cuando a los seres humanos se refiere. Pululan los conocidos en la vida cotidiana, pero hasta el más transparente en ellos puede asombrarnos y hasta aterrarnos con los abismos y monstruos de sus sueños (…)”
Ernesto Sábato
Observemos un hecho, un fenómeno histórico, un cálculo científico o una hipótesis epidemiológica, ahora de moda, y busquemos conocerlo, caracterizarlo según el término “verdad”. ¿Son universales las representaciones cartográfico políticas llamadas planisferios?
¿Existe un único planisferio para el planeta? ¿Fue Colón el primer europeo que llegó a América? ¿Quién
descubrió el HIV? ¿Ha sido creado el SARS – Covid 2? ¿La conquista del desierto verde fue una exitosa campaña militar que finalizó en 1880?
Estos pocos interrogantes, en particular el último oxímoron, son susceptibles de provocar respuestas incluso equívocas donde la polifonía enunciativa, la verdad reticular o metafórica y la razón suelen resultar encerronas epistémicas, cuando no epistemológicas.
Propongo pensar en algunas figuras de nuestro Chaco cuasi desconocidos, figuras y espacios. La Historia oficial nos cuenta que en la década de 1880 se consuma la derrota de los “indios” en manos de expediciones militares que tienen, entre otros objetivos, el de “facilitar el poblamiento para la colonización” de nuestras tierras. Sin embargo,
poco o nada se dice de la trayectoria de esos líderes y lideresas indígenas de pueblos pre-existentes, pertenecientes a comunidades “ágrafas, sin cultura” que vivían o en un estado cuasi bucólicos o en permanente conflicto. Tampoco se hace referencia a sus posesiones agrícolo – ganaderas y actividades económicas. Se afirma que eran personas longevas. Y nos interrogamos, ¿cómo contaban, medían, calculaban, proyectaban, prevenían o curaban las enfermedades?
“Los jefes son los que tenían en posesión a las vacas que eran la atracción para militares y criollos” (…)
Este testimonio recogido por Don Orlando Sánchez, sabio e historiador qom, es ratificado en distintos papeles oficiales y privados que describen las propiedades y relatan las actividades manufactureras allí desarrolladas y nos señalan la pertinencia de re–ver nuestras “evidencias” no solo históricas sino las relativas a la etnociencias. Y
aparecerán seguramente datos contradictorios, según la fuente o la voz, mas no se trata de desechar o descartarl ossino de tratarlos según el principio dialógico, pues, según Edgar Morin:
“Cuando se llega a una contradicción, no estamos necesariamente ante un signo de error sino el signo de que hemos tocado un problema de fondo que no puede esquivarse (…) “Distinguir sin separar, asociar sin reducir, pensar las contradicciones en simultáneo”
Estas primeras reflexiones provisorias y para nada exhaustivas, solo pretenden señalar otros caminos de observación e interpretación de las realidades, también para la toma de decisiones. Los trayectos de
indagación deberán ser heurísticos si aspiramos a acercarnos a cierta lectura de la “verdad”, siempre compleja. Y esta metodología debiera ingresar, de pleno derecho, a la Escuela, esa otra institución relevante en la vida de las personas y las sociedades. Nuestros estudiantes debieran aprehender a evitar caminos trillados en campos epistémicos y epistemológicos, aun a riesgo de la provisoriedad de los saberes, inquietantes pero ineludibles. De otro modo, no habrá “espíritu crítico” posible. Este reto data de siglos.
Y permítaseme cerrar con una cita,
“(…) hay más cosas, Horacio,
William Shakespeare, Hamlet (V, 1)
en el cielo y en la tierra de las
que sueña tu filosofía”.
(I) Concepto tomado a Boaventura de Sousa Santos. (II) Concepto tomado a Paul Ricoeur. (III) Concepto tomado a Mijhail Baktine. (IV) En “Historia de los Abipones”, Volumen 1. P.102 – Viena, 1783. Ed. Contexto 2019. (V) Choquehuanca, David. Discurso de asunción como Vicepresidente de Bolivia. 8/11/2020. (VI) https://lejournal.cnrs.fr/articles/edgar-morin-ou-leloge-de-la-pensee-complexe 2018 (1) “El desconocido de Vinci” en “Apologías y rechazos” (1980). Pp. 9 a 28 Imágenes de encabezado: - Obra 1 (izquierda): Cultura Wichi, de Merino Gabriel Marcelo - Prof. Intercultural Bilingüe - Obra 2 (centro): “Nallaxadigua - Qochaxaua”, de Juan Carlos Martinez y Ricardo Mendoza del Pueblo Moqoit - Obra 3 (derecha): Comunidad Wichi, de Jonathan Merino del Pueblo Wichi.
Descargar el articulo completo Revista Ed. 1 – N° 1-14-17